martes, septiembre 25, 2007

I (corazoncito) Chau

Una suma de intentonas incumplidas y eyaculadas en el piso sin limpiar. Es un paralítico que todas las semanas amenaza con levantarse y caminar, y como lo que importa es la actitud: ¿qué más? No importa si me desvelo pensando que mi pluma destila sentimientos adolescentes inconclusos y frases a medio terminar, con poder decir que escribo y tener un bonito blog para seducir a la mujer interior que todos llevamos dentro, me conformo. Me tibio, me descanso, me inmóvil. No es fundamentalismo cerrar el blog, es fundamentalismo borronear siempre el mismo ombligo: dejar que el juicio de los demás concluya lo que temerosamente se difumina entre mis pupilas fondito de coca-cola. Tampoco es un: ahora sí. Es simplemente un pienso seguir haciendo lo que hago pero no ya en esto que no tiene principio ni fin. Los quiero, quienes quiera que sean, pero también quiero más. Si solo subo lo que está listo, entonces no tengo más que hacer con lo que está listo que subirlo y, sin entender muy bien cuándo está listo, me quedo sin otro editor que un botoncito naranja que reza "publicar entrada". Tantas palabras que ya estarán pensando que ahora Weisz se está tomando las cosas enserio, pero no, simplemente quiero alejarme del subir o no subir cuando lo único que hago es bajar. Con semejante libertad rápidamente repentina es imposible no sentir un poquito de vértigo, se trata simplemente de saltar y caer para arriba. Ciertamente no es un adiós sino un tímido hasta luego, ojalá les haya gustado lo que hubo hasta ahora y espero que esperen lo que todavía no fue. Con sentimientos encontrados, movimientos amputados y palabras sin decir, desde el fondo de lo que fue, es y seguirá siendo este pequeño Werther de cotillón, un bebebeso.

miércoles, septiembre 19, 2007

confesión para el fin de semana

Por sentir tartamudo, pensar sin dirección y agotarme en decidir con qué pie saltar. Por poner en la vidriera un corazón disecado antes que respirar por toboganes añejos. Por buscar en yermos desolados una metáfora para acercarme. Por dilatar mis pupilas hasta que me sangren los pulmones. Por querer tanta vida que quiero muerte. Por escabullirme sin movimiento entre palabras con silenciador. Por ser Napoleón de un mundo que se derrumba entre mis dos cejas y llorar sin querer. Por encontrar en la repetición un método y en el método una salvación. Por creer en la sublimación y sublimar en la creación. Por escribir sin preocuparme o preocuparme sin escribir. Por escapar hacia la pantalla grande y sorprenderme en la inmediatez de la soledad. Por olvidar melódicamente la frecuencia modulada que emiten mis pensamientos. Por llevar cualquier sonrisa ajena al cementerio y desconocer a quienes no conozco. Por frustrarme por frustrarme por frustrarme por frustrarme, amén.

martes, septiembre 18, 2007

Civilización #7

elogio del Hombre
en su lucha contra Dios

garantía sagrada por naturaleza
de la repetición en movimiento

tiene que haber contrastes barbáricos
para ordenar y dominar

respirar es gratis
es el aire lo que cuesta

una sonrisa
calibre 45

teatro cotidiano de
insatisfacciones moduladas
en triunfos pertinentes

Mi Ciudad

esferas titilantes de caos cristal
nubes de humo ensordecedor
colosos en serie que tapan el sol

momias transfiguradas
hormigas de cebolla

palabra instantánea
interpretación sin percepción

abre sus piernas
me invita a gemir
el aullido en silencio
del respeto y la diversión

nutriciones forzosas
repetir repetir
vomitar repetir

Yo fui un vampiro adolescente

derivando existencias
de inconclusiones cotidianas
paso un buen rato

un rato relativamente
tangencial perpendicular

el sentido es roca de cabeza vegetal

cambio una anécdota repetida
por castillo imaginario espumeante

lima mas no limón
entre galaxias y autopistas
cornucopia multicolor

el sordo juega en la hamaca
no escucha el canto del ruiseñor

martes, septiembre 11, 2007

instantánea

- Ya no murmura el sueño sus dulces consuelos en el ocaso. Hoy, encadenado a esta silla, más por lo inútil de mis piernas que lo fatigado de mis ideas, siento lo imperceptible desvanecerse entre mis dedos. Atrás quedan los grandes días. Encerrado en mis propios ojos sólo me queda preguntar cuanto falta.

Y en este movimiento tan retórico y sutil como de costumbre, el otrora general empujó la silla de ruedas hacia el balcón y se precipitó sobre la baranda.

- ¡Señor! ¡Señor! ¿Qué le pasa?

- ¡No permitiré que mi nombre muera desgraciado entre pañales descartables y comida ya masticada!

- Haceme el favor, nena: la misma escena todos los miércoles… ¿será porque no está Tinelli?

Los labios de David se arquearon en silencio y reanudó, inspirado por el disgusto, sus esfuerzos.

- Gracias por la propina, vos avisame cuando te tires así jugamos una carrera amarilla.

Y esa fue la última vez que pidieron comida china. La situación parecía llegar a su clímax: Estela hacía zapping entre programas chimenteros de media tarde, Remedios iba y venía desesperada pensando qué hacer y David miraba el asfalto sin preocuparse por disimular su alegría: que buena que está la vida, me voy a morir, canturreaba mientras trataba de columpiarse hacia fuera. Repentinamente Remedios comenzó a atar un globo de helio al botín izquierdo de su hemipléjico senil en trance favorito.

- Si se quiere suicidar, patroncito, esto le va a ayudar a ir al Cielo.

Pero en un movimiento torpe y sin cuidado Elvis, antiguo perro guardián hoy caniche por correspondencia, dio al general ese empujoncito mágico…

- Graciaaaaaaaaaaaaaa SPLAT

OSCURIDAD, MUCHA OSCURIDAD

- Eh, ¿estoy muerto?

Todo parecía tornasol a los ojos del recién nacido. No podía mover las piernas pero tampoco parecía importarle, en Corea había aprendido que Jesús no podía darse el lujo de perder otro partido de fútbol americano. Estaba acostado, la luz que entraba por la ventana dejaba entrever el polvillo de un amanecer agitado. Se subió a la silla de ruedas y decidió explorar el paraíso recuperado: la bañadera ostentaba costritas de mugre y piel, en la cocina se amontonaban platos sucios y llegando al living se podía oler al perro.

- Ya veo la esencia de lo cotidiano en pupilas inflamadas de verosimilitud, hoy el alba ha dado a mis alas la juventud de mil sansones: respiro, los pájaros me sonríen, soy uno con Dios.

Se escucharon pasos en el corredor lateral que conectaba las habitaciones…

- ¿Pedro, Pablo?

- ¿Qué está haciendo, señor David? ¿Necesita ayuda con algo? ¿Quiere volver a la cama?

Viejo conocedor de las fiebres que puede causar la imaginación en un cuerpo muerto, apretó su amargura en una mueca espástica y decidió esperar al día siguiente para llevar a cabo su plan.

Amaneció como de costumbre, desayunaron discutiendo la actualidad como de costumbre y se fueron a tomar el fresco al porche como de costumbre…

Continuará!


Aunque probablemente no:

10 años más tarde David moría luego de demostrar aritméticamente el sentido de la vida con tinta invisible. Su obituario dijo que encontró paz en la jardinería, y que no era tinta invisible sino un cartucho vacío.

domingo, agosto 19, 2007

sobre la tela de mi araña

Un esquizofrénico se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que resistía se dijo que alguien llame a un histérico.

Un histérico y esquizofrénico se balanceaban sobre la tela de una araña, como veían que resistía esperaron a que los llame un obsesivo.

Un obsesivo, un histérico y un esquizofrénico se balanceaban sobre la tela de una araña, como veían que resistía pensaron un buen rato llamar a un megalómano.

El megalómano, un obsesivo, un histérico y un esquizofrénico se balanceaban sobre la tela de una araña, como veían que resistía fueron a llamar a un paranoico.

El paranoico desconfió y jugando con el frustrado se quedó.

El megalómano se cayó y en esto un signo de la divina providencia encontró.

El obsesivo se cayó y por mucho tiempo por qué se preguntó.

El histérico se cayó y al frustrado la culpa echó.

El esquizofrénico se cayó, el esquizofrénico no se cayó.

Al paranoico no le importó y el frustrado ni se enteró.


miércoles, agosto 15, 2007

Yo tenía una vaca!

A veces me ataca este no sé qué de insatisfacción cotidiana. Sí, ojos vacíos transfigurados en la cornucopia technicolor de 60hz. ¿La gente tiene la culpa? ¿Yo tengo la culpa? ¿Existe la culpa? Como sentimiento, como realidad, como tobogán. Dios tiene la culpa, entonces yo tengo la culpa sin haber creado el mundo en el que vivo. Mis padres tienen la culpa, entonces yo tengo la culpa sin haber pedido nacer. Pasar de culpa a responsabilidad es, simplemente, aceptar el ser y acontecer. ¿Yo tengo la responsabilidad de que la realidad sea? Mis padres son dos seres humanos, Dios no existe, el tiempo tampoco y tengo mis serias dudas respecto al espacio como algo más que una fantasía de mi mente afiebrada, entonces, ¿yo? Desayuno, voy a caminar, me intoxico y me vuelvo a dormir. Quizá en una torre de marfil encuentre la anestesia para todos los males. Con un poco de suerte y mis dos brazos puedo llegar a lo Bello, lo Bueno y lo Justo. Deliciosa fantasía. Deliciosa deliciosa deliciosa. Una tarta de jamón y queso, suavemente dorada, muy nutritiva y con ese aroma que le hace a uno querer compartirla. Pero claro, el cristianismo murió hace 2000 años, así que cada cual mejor come la mayor cantidad de porciones antes de la indigestión final. ¿El orden? De las Ideas la más bonita. ¿La realidad? Un inagotable incomprensible tan pequeño que entra en mi mano. A duras penas el mundo existe y ya bastante me pesa entre los hombros. ¿Yo? Existencia pura, corrupta alguna vez en la pregunta por la esencia. Así que Dios no existe pero lo que sí existen son las mujeres, la naturaleza y algunas líneas de placer condensado. Una pequeña islita de certeza en un mar de símbolos verosimilmente irreales, mis dos ojos: la Verdad no existe más que en mis pupilas fatigadas. Pero este gesto es tan fríamente distante al color de la realidad cotidiana, al increíble abanico de subjetividades que se apretujan en cualquier parada de colectivo, que al darme cuenta de que sólo mi necesidad busca una sentido para categóricamente dar cuenta de la realidad, me tranquilizo, almuerzo, le hablo un poco al gato y me vuelvo a entregar a mis tareas con la mayor satisfacción: no entendiendo nada.

viernes, julio 20, 2007

Good old Dr.Oga

Hay algo que es indiscutible, y es que las drogas pegan. Por “pegar” entiendo que cambian tanto la percepción psíquica como la física, es decir, los sentidos. Ahora bien, con esta percepción alterada uno siente cosas que normalmente no sentiría. Entonces la causa de estos limes, que está en el sujeto o en el mundo, es algo que se percibe únicamente a través de la droga. Si su origen es en el mundo o en el sujeto es indiferente en tanto su efecto es el mismo: alterar los sentidos y la percepción en general. La droga actúa, entonces, como una suerte de encima de la percepción. Eso es maravilloso. Lo malo es que arruina y obtura la percepción natural. Lentamente el mundo desaparece en una bocanada de humo. Es una torre de marfil. No hay nada trascendentalmente malo en ella: no es lo mismo que el tomate pero tampoco lo es la lechuga. Prohibirlas me parecería la respuesta de un nene asustado, abusarlas también.